Cuando se utiliza una VPN, los ISP no ven más que el tráfico cifrado, las marcas de tiempo y la cantidad de datos transferidos.
También saben qué VPN se está utilizando, pero el cifrado significa que el tráfico parece un completo galimatías.
Además, el nivel de encriptación más utilizado -256 bits- se considera de grado militar y es irrompible hasta la fecha, lo que significa que los proveedores de servicios de Internet no pueden ver ningún detalle de las actividades en línea de sus clientes, como los sitios web visitados o incluso las direcciones IP que reciben.
Sin embargo, es importante elegir una VPN con cuidado, una que obedezca a las normas necesarias para asegurarse de que es la adecuada para cada ocasión.
Los ISP no son tontos, cuando los usuarios están realizando actividades ilícitas hay un par de indicadores que no dejan margen de error y estas entidades aún podrán aplicar las acciones legales necesarias contra ellos.
Saben sumar dos y dos y pueden averiguar si un usuario está haciendo torrent, por ejemplo, aunque esté utilizando una VPN.
Al acceder a un sitio web, su dirección IP envía peticiones DNS a la dirección IP de ese mismo sitio web, lo que a su vez permite localizar su ubicación real.
Esto hace que la protección contra las fugas de DNS sea uno de los aspectos más importantes que hay que buscar en una VPN.
Esta es una función todavía algo rara hoy en día, ya que no todos los proveedores la incorporan con éxito en su software, y hay que tener especial cuidado cuando se utilizan aquellos que no permiten la activación manual.
En cualquier caso, se recomienda realizar un par de pruebas de fuga de DNS con regularidad.
Incluso con la VPN activada, sin esta función un ISP puede registrar la dirección IP de un usuario cuando envía solicitudes de DNS si esas transmisiones no están protegidas de forma segura.
Así, si esa dirección IP pertenece a un sitio de torrents, los ISP sabrán que se accedió a él, durante cuánto tiempo estuvo el usuario y cuántos datos se transfirieron.
Sin embargo, con una VPN sólida sólo verán el susodicho galimatías, y seguirán sin tener pruebas exactas de que los usuarios están haciendo torrent o del contenido preciso al que se ha accedido.
Aún cuando los altos niveles de ancho de banda suelen ser señales de que se ha transferido una película u otro archivo «pesado».
Dependiendo de los proveedores de servicios de Internet, pueden entonces estrangular la conexión o, aún peor, aplicar las acciones legales necesarias contra aquellos que pensaban que estaban protegidos por una simple conexión VPN.
Por otro lado, con una protección adecuada contra las fugas de DNS, todas esas peticiones de DNS pasan por los servidores de la VPN en lugar de por los de tu ISP.
Esto significa que los ISP sólo verán las solicitudes de DNS enviadas a las direcciones IP que son propiedad de la compañía VPN y nada más, enmascarando tu verdadera identidad.
Sin embargo, la cuestión no está resuelta, ya que todavía surge otro problema de esto: los registros de las compañías de VPN.
Más que proporcionar una protección fiable contra las fugas de DNS y un cifrado inquebrantable, es especialmente crucial para los aficionados a los torrents que una VPN tampoco almacene registros.
Si guarda dichos registros, es como cambiar un problema por otro, ya que las VPN son empresas legales que deben cumplir con la ley del país en el que se encuentran.
En los países en los que el torrenting es ilegal, estas empresas no dudarán en cancelar las cuentas y enviar los mismos avisos de huelga de la DMCA a sus clientes.
Hoy en día, cada vez más VPNs son amigables con el P2P y tienen algunos servidores ubicados en países específicos sólo para este propósito, pero siempre es mejor optar por una VPN confiable que no almacene datos de registro o que esté ubicada en un país que permita los torrents.
